Con este título Arcos comienza
uno de los pasajes del libro Evocando al Che, en el capítulo 15 donde se
refiere a la política y el tratamiento a los cuadros, en uno de los momentos de
análisis de la reunión conjunta en la que el Che decide participar con los
compañeros que realizan el proceso que se desarrollara con los viceministros y
directores generales del entonces Ministerio de Industrias cuando se están
valorando las condiciones de los cuadros para su ingreso al PURSC, el Che
plantea:
… “Señores, yo quisiera que
en la noche de hoy nadie dijera aquí… Fulano es buena gente, porque casi
siempre, los buena gente no son buenos revolucionarios. Los buena gente,
señores, son los que dejan hacer y deshacer, los que no exigen, los que no
discuten los problemas, los que no controlan, los que no depuran las
responsabilidades, los que les importa lo mismo cumplir como no cumplir, los
que no les duelen los problemas, los que no les duele el hígado cuando algo
sale mal, los que no chocan con lo mal hecho; ésos, señores, son los buena
gente.”
“Y los revolucionarios son
los que al revés de los buena gente, discuten, controlan, depuran, cumplen,
tienen responsabilidad, sensibilidad, les duelen todos los problemas y cuando
ven algo que no está bien hecho les duele el hígado, esos, señores son los
revolucionarios.”
Cuando leemos estas cosas
que planteaba el Che nos damos cuenta de cuanta vigencia tiene su pensamiento y
de cuánta razón tenía, ya que hoy estamos llenos de buena gente en todos los
lugares y es raro ver ese revolucionario que él definía, con la falta que hace
que todo el que tenga una responsabilidad, al menos cumpla con una parte de esas
cualidades del revolucionario conscientemente para aportar el granito de arena
que fortalecerá nuestro proceso de transformaciones hacia una sociedad más
plena, como se proponen los lineamientos de la política económica y social del Partido
y la Revolución.
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