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miércoles, 5 de febrero de 2020

La Nueva Estructura de poder en el Estado Cubano

El pasado 10 de Octubre fueron electos por el Parlamento Cubano, El Presidente y Vice Presidente de la República, así como; los miembros del Consejo de Estado, el Presidente, Vice presidente y Secretario del Consejo de Estado.

El solo hecho de haber dado este paso, eligiendo a las máximas autoridades del Estado Cubano, marca un extraordinario acontecimiento en un país asediado y en un cerco imperial norteamericano y de sus aliados tanto de la región como del mundo.

Ese momento fué solo el comienzo del cambio que se propone este país en su  vida institucional, con una renovada estructura de Estado y Gobierno, en un momento que marca el cambio generacional de las figuras históricas en el liderazgo para jóvenes formados en el proceso revolucionario a lo largo de sus 60 años.

Se reafirma este momento con la reciente elección del Primer Ministro y la conformación del Consejo de Ministros, para luego dar paso a la elección de los Gobernadores Provinciales y los Intendentes de los municipios, para cerrar así el ciclo de nuevos cargos en la estructura del Estado y Gobierno en una sociedad que consideramos sea la que logre  la prosperidad y sostenibilidad a que tanto aspiramos los cubanos.


Estos cambios en el modelo de estructura y funcionamiento de dirección, buscan mayor eficiencia y racionalidad en la gestión de gobierno que para materializarse requiere del necesario cambio de mentalidad y de dirigentes preparados, capaces de cumplir las tareas encomendadas por la Revolución.

El Poder Popular ha sido la expresión de la voluntad del pueblo cubano, un proyecto genuinamente autóctono, fundado en una rica historia de lucha por la igualdad, la independencia, la soberanía, la no discriminación y la unidad, en pos de la  justicia social, herencia genuina que nadie puede mancillar.

 El cuestionamiento al sistema político y electoral cubano, constituye uno de los pilares fundamentales de la campaña enemiga contra nuestro país, lidereada por los Estados Unidos. La actividad contra Cuba en materia de democracia y derechos humanos, no sólo constituye la principal herramienta de Estados Unidos para tratar de legitimar su política de hostilidad y agresión hacia Cuba; sino que responde también al interés de los principales países capitalistas industrializados de imponer a los países en desarrollo un modelo de organización política que facilite la dominación.

En su campaña contra Cuba, Washington pretende demostrar la incompatibilidad del sistema político que establece la Constitución del país con las normas internacionalmente aceptadas en materia de democracia y derechos humanos, y fabricar la imagen de una sociedad intolerante, que no permite la más mínima diversidad y pluralidad política. Para ello cuenta con poderosos instrumentos de propaganda y cuantiosos recursos que utiliza para el reclutamiento, organización y financiamiento de grupúsculos contrarrevolucionarios, que presenta como oposición política, tanto dentro como fuera del país.

La manipulación del concepto de la democracia por las principales potencias occidentales ha alcanzado recientemente magnitudes muy peligrosas. Aquellos que se aparten del modelo democrático que preconizan, de los patrones y valores que promueven, no sólo son sometidos al cuestionamiento y la demonización a través de la propaganda y las instituciones internacionales que controlan la llamada defensa de la democracia, sino que además se convierten en potenciales víctimas de la doctrina de intervención que desarrollan las potencias imperialistas.

 Cuba defiende y apoya el derecho de los pueblos a la libre determinación, reconocido internacionalmente como un derecho inalienable en el consenso alcanzado en la Conferencia Mundial de Derechos Humanos, celebrada en Viena, en 1993. En la propia Declaración y Programa de Acción de Viena se estableció, asimismo, que la democracia se basa en la voluntad del pueblo, libremente expresada, para determinar su propio régimen político, económico, social y cultural, y en su plena participación en todos los aspectos de la vida, y se reconoció la importancia de las particularidades nacionales y regionales, así como de los diversos patrimonios históricos, culturales y religiosos.

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