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jueves, 23 de octubre de 2014

Entregan bates donados por Gerardo Hernández

Bill Ryan, miembro activo del Comité por la Liberación de los Cinco entrega, a nombre del Héroe de la República de Cuba, bates a pequeños peloteros en el Consejo Deportivo Los Pinos
Bill Ryan entregó los bates a los capitanes de ambos equipos Foto: Alberto Borrego
Al canadiense Bill Ryan lo nombraron en una ocasión “mensajero de humanidad”. Y lo demostró este miércoles en el Consejo Deportivo Los Pinos cuando, a nombre del Héroe de la República de Cuba Gerardo Hernández Nordelo, entregó cuatro bates elaborados por él a dos equipos de peloteritos de la categoría 11-12.
Dos equipos representativos de los municipios Arroyo Naranjo y 10 de Octubre se alinearon a la entrada de la instalación y, luego de una exhibición de kárate realizada por alumnos del CD Los Pinos, Ryan —acompañado por su esposa Norma— entregó los bates, que llevan grabados una inscripción, Los Cinco, y un logotipo diseñado por el propio Gerardo, CUBACAN.
Miembro activo del Comité por la Liberación de los Cinco, Ryan recordó que la idea de fabricar los bates surgió hace cinco años y que ya tienen una calidad reconocida por Sam Bat, una compañía canadiense que los produce para las Grandes Ligas.
El visitante afirmó que Gerardo le había pedido antes de viajar a Cuba que utilizaran los bates: “no los cuelguen como trofeos en una pared, utilícenlos para sus juegos diarios y cuando se rompan, entonces sí los pueden guardar como recuerdo”.
Junto a familiares de los peloteritos y entrenadores estuvieron presentes los campeones olímpicos Mijaín López y Héctor Milián, el titular mundial de boxeo Sixto Soria, así como el director provincial de deportes Carlos González.

miércoles, 22 de octubre de 2014

Camilo, más cerca de la gente



El legendario comandante del sombrero alón y la eterna sonrisa, sonrisa amplia, franca, contagiosa; en fin, una bella sonrisa. Las mangas siempre recogidas en los codos. Esa es la imagen que tengo guardada en mi mente desde que era un niño.
Hoy a 55 años de su muerte podremos recordar realmente quien fue el flaco desgarbado, risueño, barbudo y ocurrente que firmaba Kmilo 100fuegos. Contar las historias humanas de los héroes nos devuelve hombres de carne y hueso...
Por eso pienso que el mejor homenaje a Camilo es recordarlo como el hombre de las mil anécdotas. Muchas de ellas hablan de la dimensión inmensamente humana de aquel hombre.
Es necesario contar las historias humanas de los héroes y verlo como la mejor forma de hablar de su obra; para que cada quien se identifique desde los sentimientos, lo afectivo.
Recordar a Camilo, a 55 años de su desaparición física, me hace volver a recordar que Camilo era el cubano de las mil anécdotas y por ello prefiero, compartir algunas de ellas que pude leer nuevamente el año pasado de un colega:

 “UNA CAMILADA”, NARRADA POR WALFRIDO PÉREZ

Con pocos días de diferencia, la invasión había comenzado. Las columnas 2 y 8 se desplazaban casi paralelamente en los llanos orientales. Camilo cruzó detrás de la columna de Che el río Salado. Casi al amanecer arribaron al campamento de la "Ciro Redondo". Che dormitaba en su hamaca y Camilo llevó su caballo azuzándolo hasta que derribó al Che. Desde el suelo, enredado con la frazada, Che reía como un niño.
—Ya la pagarás, ya la pagarás…
¿No te da pena estar durmiendo a estas horas?

Y ambos reían de lo lindo. El Che gozaba como nadie de las “camiladas”.

 “CALIDAD HUMANA”, CONTADA POR MARÍA RAMOS GARCÍA

Son bien conocidas el hambre y las penurias sufridas por los hombres de la Columna 2 Antonio Maceo, durante la larga travesía por la entonces provincia de Camagüey, en marcha hacia la región occidental del país.

Al arribar la columna a “Hoyos de los indios”, inmediatamente recibieron la ayuda y la colaboración espontánea y desinteresada de los campesinos que en este lugar vivían. En mi casa se cocinó, entre otras cosas, un cerdo, el cual resultó pequeño para el voraz apetito de estos hombres, que llevaban tantos días sin comer caliente.

Un rebelde, a quien no le tocó nada de carne en el reparto, miraba el caldero con avidez, a la vez que aclamaba por algo, aunque fuera pequeño.

Oyéndolo, Camilo lo llamó inmediatamente y picó la mitad de la patica de cerdo que le había correspondido y la compartió con su compañero, demostrando así, una vez más su calidad humana.
“MOZO”
Cuando Camilo trabajaba en una tienda habanera, le aseguró a su hermano Humberto que allí era solo un simple mozo de limpieza, pero que iba a llegar a ser su primer dependiente. Mandó a hacer unas tarjetas que decían: Sastrería El Arte, Reina No. 61, entre Ángeles y Águila. La Habana, Camilo Cienfuegos Gorriarán. Dependiente.
Sus amigos preguntaban por “el dependiente Camilo”, pero les decían que él era el mozo de limpieza y que no estaba. “¡Ah, si no se encuentra, entonces me voy; no me interesa comprar nada aquí”. Y los dueños, al darse cuenta de su popularidad y de que estaban así perdiendo clientes, lo pasaron a ocupar esa plaza y llegó a ser el primer dependiente.
Por cierto, la última vez que Camilo trabajó allí —contó también hace años su hermano Humberto— habló con el mozo de limpieza, y le pidió que ese día lo dejara hacer la labor suya. Se vistió con la ropa apropiada y comenzó a hacerlo. Lo vio uno de los dueños y le preguntó por qué lo hacía. “Aquí entré como mozo de limpieza y, como ya me voy, quiero salir como empecé”.

“CABO MACHACADOR DE AJOS”
Efigenio Ameijeiras evocó que un ex oficial de la Policía que se unió a la guerrilla tenía cansado a Camilo preguntándole qué grado militar le correspondía como guerrillero. Camilo cogió en la cocina una cabeza de ajo, en el arroyo recogió dos piedras (chinas pelonas) y, harto ya de su insistencia, le contestó: ¡Chico, toma, estás nombrado “cabo machacador de ajo”; y si te portas bien, como esperamos, podrás llegar a “sargento machacador de tostones”.

“SU SOMBRERO”, NARRADA POR RAFAEL VERDECÍA LIEN, CAMPESINO DE SIERRA MAESTRA, COLABORADOR DEL EJÉRCITO REBELDE
Un día llegué yo a caballo a donde ellos estaban: era el día que llevaba el animal para ensillárselo a Camilo, para que se trasladara de un lado a otro, y él coge y se pone mi sombrero y me dice que a mí no me lucía ese sombrero, que le lucía, por ejemplo, al capitán Camilo, y se lo pone, se miró en un espejito y me dice:
— ¿Qué chico? Ponte la gorra esta.
Le digo: Bueno, me la llevaré para la casa y me pondré otro sombrero que tengo allá, que inclusive es mejor que este que tengo puesto, que tiene unos cuantos años ya.
Él se quedó con el sombrero y yo lo miraba y me reía y él luego miraba que yo le estaba mirando el sombrero y él se reía y guiñaba un ojo y les hacía señas a los otros compañeros. Y él luego les hacía señas a ellos que yo estaba mirando el sombrero; parece que él pensaba que yo quería el sombrero, pero era mirando que le lucía bien. Ese sombrero que Camilo traía era mío. Era mío y a mí me era orgullo que a él le luciera bien, lo trajera, y que Camilo con ese sombrero luce más bonito todavía. Ese sombrero se lo regalé yo, se lo regalé yo en el sentido que él lo cogió y se lo puso y le quedó bien, me miró y me dijo que le lucía más a él que a mí y se quedó con él.

“ALMOHADAS PINTADAS DE CORAZONES”, NARRADO POR VILMA ESPÍN
Camilo acostumbraba a hacerle bromas a todo el mundo, así que todos estábamos siempre un poco en guardia con él… eran bromas realmente infantiles, que hacían reír.
En los primeros tiempos, en el año 1959, cuando vivíamos en Ciudad Libertad, se celebraban en la habitación de Raúl y mía muchas reuniones.
Cuando Camilo salía, y como ya lo conocíamos, teníamos que registrarlo porque acostumbraba a llevarse, por broma, un montón de cosas en los bolsillos, y me dejaba las almohadas pintadas de corazones y con letreritos de las cosas que se habían estado conversando.

“EL SUBMARINO”, NARRADA POR WILLIAM GÁLVEZ
¿Que todavía no le han contado lo del submarino en las montañas de Villa Clara? Camilo era así, ocurrente, jaranero, le corría una máquina a cualquiera, de una forma sana. No se podía uno disgustar con él porque no tenía ni una pizquita de maldad, sino que todo era entero, como de una sola pieza.
Una vez estábamos conversando de muchos temas y él ve que está un compañero que nos escucha embelesado, como si aquello fuera algo de otro mundo y entonces se le iluminó la cara como solo él sabía iluminarla.
—Bueno, bueno, compañeros, a mí lo que más me preocupa ahora es qué vamos a hacer con el submarino que me manda Fidel desde la Sierra, porque yo sí no sé para qué sirve eso aquí en las lomas de Yaguajay.
Todo el mundo se quedó callado, a la expectativa, y el hombre aquel abrió los ojos en redondo.
—Sí, hay que traerlo porque si Fidel lo manda para algo tiene que servir, así que en cuanto llegue, usted —se dirigió al hombre— tiene la responsabilidad de subirlo hasta acá arriba.

El abrazo de una Isla

Despidió Raúl a los colaboradores que partieron hacia Liberia y Guinea Conakry
Foto: Estudio Revolución
La noche de este martes volvió a conmover. De nuevo la pista del aeropuerto internacional José Martí, en La Habana, fue testigo de las imágenes más emotivas. Otra vez el Presidente cubano asistió a la despedida de nuestros héroes, esos que estarán llegando esta mañana a África occidental para estar, justamente, en el epicentro de la lucha mundial contra el Ébola.
En esta ocasión los elegidos fueron 83; con destino a Liberia 49 y 34 a Guinea Conakry, naciones golpeadas por años de pobreza, caldo de cultivo de la terrible enfermedad. A cada uno Raúl le dio un abrazo al pie de la escalerilla del avión, ese abrazo que once millones de cubanos, una Isla entera, también les dimos antes de partir.
Ellos, con su bandera en la mano, prometieron entregarlo todo, sanar hasta el cansancio, cuidarse permanentemente, regresar sanos, volver a la Patria narrando sus victorias... Y en medio del ensordecedor ruido de la nave, le enviaron también saludos a Fidel; le pidieron confianza a Raúl; le dijeron que no se preocupara, que estaban listos para lo que se avecinaba.
Foto: Estudio Revolución
Entonces el IL-96 partió con una tropa de lujo: 35 médicos y 48 enfermeros, todos con más de 15 años de experiencia profesional y que han cumplido misiones internacionalistas con anterioridad, el 42 % en dos o más ocasiones. Dos de ellos, por cierto, suman con este viaje seis misiones solidarias cada uno porque este, su lugar entrañable, no se ha cansado jamás de ayudar.
En la emotiva despedida estuvieron José Ramón Machado Ventura, Segundo Se­cre­tario del Comité Central del Partido Co­mu­nista y vicepresidente de los consejos de Es­ta­do y de Ministros; Miguel Díaz-Canel Ber­mú­dez, primer vicepresidente de los consejos de Estado y de Ministros; el canciller Bruno Ro­dríguez Parrilla; y Roberto Morales Ojeda, titular de Salud Pública.
Así cumplía Cuba parte del compromiso contraído. Con estas dos brigadas suman 256 profesionales cubanos de la salud que han partido a salvar vidas. Con cada uno viaja el mensaje de un país inmensamente orgulloso de contar con hijos como ellos, que esta noche se despidieron de su familia, sus amigos, su nación, para detener la temible enfermedad que amenaza al mundo. Para nuestros héroes todos los parabienes de esta Isla amada.

sábado, 18 de octubre de 2014

El “buena gente” y el revolucionario




Con este título Arcos comienza uno de los pasajes del libro Evocando al Che, en el capítulo 15 donde se refiere a la política y el tratamiento a los cuadros, en uno de los momentos de análisis de la reunión conjunta en la que el Che decide participar con los compañeros que realizan el proceso que se desarrollara con los viceministros y directores generales del entonces Ministerio de Industrias cuando se están valorando las condiciones de los cuadros para su ingreso al PURSC, el Che plantea:
… “Señores, yo quisiera que en la noche de hoy nadie dijera aquí… Fulano es buena gente, porque casi siempre, los buena gente no son buenos revolucionarios. Los buena gente, señores, son los que dejan hacer y deshacer, los que no exigen, los que no discuten los problemas, los que no controlan, los que no depuran las responsabilidades, los que les importa lo mismo cumplir como no cumplir, los que no les duelen los problemas, los que no les duele el hígado cuando algo sale mal, los que no chocan con lo mal hecho; ésos, señores, son los buena gente.”
“Y los revolucionarios son los que al revés de los buena gente, discuten, controlan, depuran, cumplen, tienen responsabilidad, sensibilidad, les duelen todos los problemas y cuando ven algo que no está bien hecho les duele el hígado, esos, señores son los revolucionarios.”
Cuando leemos estas cosas que planteaba el Che nos damos cuenta de cuanta vigencia tiene su pensamiento y de cuánta razón tenía, ya que hoy estamos llenos de buena gente en todos los lugares y es raro ver ese revolucionario que él definía, con la falta que hace que todo el que tenga una responsabilidad, al menos cumpla con una parte de esas cualidades del revolucionario conscientemente para aportar el granito de arena que fortalecerá nuestro proceso de transformaciones hacia una sociedad más plena, como se proponen los lineamientos de la política económica y social del Partido y la Revolución.