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martes, 25 de agosto de 2015

LA PLAZA

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jueves, 6 de agosto de 2015

Proyecta Gaviota apertura de nuevos hoteles en la capital.

Supercubano




Por Joaquín Borges-Triana juventud rebelde
5 de Agosto del 2015

Para cualquier estudioso del acontecer musical de nuestro país en las recientes décadas, está claro que entre los timberos procedentes del último decenio de la anterior centuria, Issac Delgado es el de mayor proyección en las plazas bailables internacionales. Ello guarda estrecha relación con el hecho de que él siempre ha tenido como objetivo musical unir los géneros procedentes de nuestro país con el estilo, las características y la forma de hacer música de Venezuela, Puerto Rico, Colombia...

Su concepción persigue encontrar un sonido intermedio, para lo cual, desde hace 20 años, ya grababa en Venezuela, con colaboraciones de figuras como Luis Quintero, Daniel Silva, Ralph Irizarri y otros reconocidos salseros. Por esa manera de concebir su trabajo, es el único representante de la timba cubana de los 90 que el productor Ralph Mercado incluye en la exclusiva nómina de RMM Records, firma disquera a través de la cual edita varios fonogramas que lo proyectan al mercado estadounidense y europeo.

Lo que más me cautiva de Issac Delgado es su voluntad para reinventarse de forma continua, al margen de que los signos que definen su personalidad como intérprete siempre vayan con él en cada trabajo que emprenda. Esto puede corroborarse en un fonograma como el denominado Supercubano, puesto en circulación a través del sello Planet Records.

En el disco, Delgado invita a populares reguetoneros cubanos a compartir varios cortes de la grabación. Son ellos El Micha, Gente de Zona y Baby Lores. El álbum se inicia con El negro vuelve a La Habana, tema dentro del clásico esquema de timba/salsa desarrollado históricamente por el vocalista, pero en este caso con pinceladas de pilón y conga santiaguera, a lo que se añaden parlamentos callejeros del reguetonero El Micha:

Échale sal y sabor/ pa que sepa mejor/ que no tiene comparación/ luces, cámara, acción/ que donde tú vives no hay malecón/ así que no te aguantes a coger el avión/ que Cuba se lleva en el corazón.

Otro corte muy recomendable en el disco (una producción de Alain Pérez e Isidro Infante) es Salsa, timba y amor, historia de los amores entre un puertorriqueño aficionado a la salsa y una cubana fanática de los Van Van:

Él le pone sentimiento a la rumba/ ella quiere que le toque rumba con son/ una canción de Sindo Garay.

Por su parte, Que no se te olvide, interpretado con La India, hace evocar el dueto de esta boricua con Marc Anthony en el corte Vivir lo nuestro, original del cubano Rudy Pérez, uno de nuestros compatriotas que mayor éxito ha registrado como compositor para diversas figuras en el mercado discográfico internacional. Empero, en mi criterio, la pieza más impactante en Supercubano es Somos Cuba (Mira cómo vengo), reguetón timbero con la participación de Gente de Zona:

Mira cómo vengo/ con todo lo que tengo/ tengo, tengo, pero no lo vendo/ por eso me mantengo/ soy de donde brilla el cielo/ donde más calienta el sol/ de ahora en adelante/ pa que nadie se me suba/ nosotros somos gente calle/ nosotros somos Cuba.

La explosividad de este corte, en una eficiente simbiosis entre timba y elementos reguetoneros, unidos con toques rumberos, demuestra a las claras que con el reguetón pueden hacerse llamativas mezclas con el son, la conga y el guaguancó, siempre que intervengan las manos de orquestadores tan talentosos como el bajista Alain Pérez.

En resumen, este resulta un fonograma cuya puesta en circulación evidencia una vez más que entre nuestros timberos de los 90, Issac Delgado es de los que ha sabido reorientarse y adaptar su música a lo que en el presente demanda otra generación de bailadores, distinta a la del momento en que él fue conocido como «el Chévere de la salsa».

#USCuba: Propuesta para un “disidente” cubano

Por Alberto Buitre/Huffington Post

Creo que llegó la hora de dejar de hablar y pasar a los hechos. Dicen que la verdad arrastra y si es cierto, vamos a demostrarlo. Por eso te tengo una simple propuesta:

Soy periodista, he visto mucho, o muy poco para el tamaño del mundo. Quiero conocer esa Cuba represiva, esa Cuba pobre, esa Cuba infame; quiero conocer todo eso de lo que tú hablas y escribes y te quejas. Llévame a conocer el lugar más pedestre de toda la isla, el más violento. Ese lugar que podría ser la más vívida, insufrible y lastimosa consecuencia de eso que tu llamas dictadura de los Castro. Enséñame los frutos podridos de la demagogia de Fidel. Las paredes ensangrentadas por la Revolución. Muéstrame las mazmorras, la gente muriéndose de hambre, la niñez golpeada. En serio. Quiero conocer legítimamente la Cuba de abajo, muy abajo. Pon frente a mis ojos a los abandonados; la podredumbre. También a la juventud sin futuro, las mordidas de tiburón en las piernas de los hombres y mujeres que huían de la miseria, la represión y la censura.

No te preocupes por darme alojo. Yo pago mi cuarto, mis viajes, mi comida. No tienes nada que tramitarme, no le pidas permiso a nadie. No te exijo que me lleves a un lugar en especial. Escoge tú el sitio, a lo ancho de toda Cuba, en la provincia que quieras, en el municipio que elijas, en el barrio que consideres predilecto para este fin. Yo ahí llegaré, en silencio. No haré preguntas que consideres incómodas. No te sientas obligado a velar por mi seguridad; asumo los riesgos como un accidente de trabajo.

Sólo tengo dos condiciones. Dos muy simples.

La primera es llevar una cámara de video, filmar y publicar todo lo que vea. Sin entrevistas, ni trucos de edición. Sólo mi cámara y la realidad que vas a mostrarme.

Y la segunda es menos simple, pero la considero una condición justa. Al terminar el recorrido, cuando creas que es todo lo que puedo ver y te hayas convencido que me mostraste lo peor de la dictadura comunista de Cuba, haremos algo muy sencillo: Vendrás conmigo a México a que tú conozcas el peor lugar de este país, el más violento, el más pedestre; aquel tocado por la corrupción y la miseria más ruin de la que un mexicano es capaz; el más insufrible, el más podrido.. ¿Te parece bien?

Para que te animes, me comprometo contigo a no llevarte a ningún lugar caliente por el narcotráfico, ni evidentemente desquiciado. Sería una comparación injusta, considerando que esos sitios arrastran décadas de violencia, aunque pocas menos de lo que ha durado la Revolución Cubana.

Además, yo sí velaré por tu seguridad; no te pondré en riesgo ni lo haría llevándote a un sitio donde podría alcanzarnos una bala perdida por el simple hecho de caminar por la calle. En cambio tú elije el lugar, en el Estado que quieras, en el Municipio que elijas, en el barrio que más te acomode. Es más ¿por qué no elijes una de las colonias más ricas de la Ciudad de México? ¿Las Lomas? ¿San Ángel? ¿Santa Fe? O los nuevos lugares como Interlomas o Huixquilucan, aunque eso ya es Estado de México, pero es lo de moda en cuanto a lujo. No te fíes del brillo; te prometo que cumpliré mi propuesta de llevarte al lugar más infame de ahí. Podrás hacer las preguntas que quieras, filmarlo todo, pedirme lo que necesites y pueda yo solventarte. Haré el esfuerzo por pagarte tu boleto de avión, tu comida y tu hospedaje. No te faltará nada. De ninguna forma es que me sobre el dinero; soy un trabajador y no tengo propiedades, salvo un viejo auto modelo 97. Sólo soy un periodista interesado en tu discurso.

Posiblemente pienses que no existe punto de comparación entre la realidad de México y Cuba. Y tienes razón. De entrada son dos países que, aunque muy unidos cultural, política y socialmente, son administrados bajo dos sistemas económicos distintos. México es capitalista, Cuba es comunista. Uno está lleno de drogas y el otro no. No se puede comparar una manzana con una pera ¿cierto? Pero no se trata de la fruta sino de lo que significa a la fruta; en este caso, su sabor, su color, su olor; que en nuestro caso es a lo que nos saben nuestros países: la represión, la pobreza, la violencia, la demagogia. Establezcamos con hechos la definición de ello, según tú y según yo.

Piénsalo. Tal vez acá te den ganas de quedarte, de “huir”. Y no es que haga apología de la disidencia; al fin tú ya eres disidente ¿cierto? Oye y ¿por qué no, ya que estás en México, conoces otros como tú, también disidentes, pero mexicanos?

De esos que se enfrentan a las balas del régimen, que son encarcelados, hacen huelgas de hambre, son heridos por la policía, desaparecidos ellos y sus familias, y hasta asesinados en secreto por simplemente expresar sus ideas.

¿Te parece bien que vayamos con la familia de uno de los 43 estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa? ¿O con los padres del niño Iriberto Reyes García, asesinado en Ostula, Michoacán, por una bala del Ejército? ¿O a Tlapa, Guerrero, con los amigos de Antonio Vivar Díaz, el joven profesor que murió por un disparo de la Policía Federal durante una represión el día de las elecciones? O si te interesa los temas de migración, hagamos un recorrido por el tren “La Bestia” por donde cientos de centroamericanos atraviesan lo que llaman “el infierno mexicano”.

Creo que es una buena idea que compartas tus experiencias con ellos, ya que, al fin de cuentas, ambos son disidentes de su Gobierno, ¿cierto?. En tanto si aceptas mi propuesta primera, déjame tu mensaje en la sección de comentarios y vamos poniéndonos de acuerdo.

miércoles, 1 de julio de 2015

Declaración del Gobierno Revolucionario

Restablecidos los vínculos diplomáticos con Estados Unidos, será imprescindible el levantamiento del bloqueo, entre otros aspectos, para la normalización de las relaciones

El 1 de julio de 2015, el presidente de los Consejos de Estado y de Ministros de la República de Cuba, General de Ejército Raúl Castro Ruz y el presidente de los Estados Unidos de América, Barack Obama intercambiaron cartas mediante las cuales confirmaron la decisión de restablecer relaciones diplomáticas entre los dos países y abrir misiones diplomáticas permanentes en las respectivas capitales, a partir del 20 de julio de 2015.

Ese mismo día, se realizará la ceremonia oficial de apertura de la Embajada de Cuba en Washington, en presencia de una delegación cubana presidida por el ministro de Relaciones Exteriores, Bruno Rodríguez Parrilla e integrada por destacados representantes de la sociedad cubana.

Al formalizar este paso, Cuba y los Estados Unidos ratificaron la intención de desarrollar relaciones respetuosas y de cooperación entre ambos pueblos y gobiernos, basadas en los principios y propósitos consagrados en la Carta de las Naciones Unidas y el Derecho Internacional, en particular, las Convenciones de Viena sobre Relaciones Diplomáticas y Consulares.

El Gobierno de Cuba ha tomado la decisión de restablecer las relaciones diplomáticas con los Estados Unidos en pleno ejercicio de su soberanía, invariablemente comprometido con sus ideales de independencia y justicia social, y de solidaridad con las causas justas del mundo, y en reafirmación de cada uno de los principios por los que nuestro pueblo ha derramado su sangre y corrido todos los riesgos, encabezado por el Líder histórico de la Revolución Fidel Castro Ruz.

Con el restablecimiento de las relaciones diplomáticas y la apertura de embajadas, concluye la primera etapa de lo que será un largo y complejo proceso hacia la normalización de los vínculos bilaterales, como parte del cual habrá que solucionar un grupo de asuntos derivados de políticas del pasado, aún vigentes, que afectan al pueblo y a la nación cubana.

No podrá haber relaciones normales entre Cuba y los Estados Unidos mientras se mantenga el bloqueo económico, comercial y financiero que se aplica con todo rigor, provoca daños y carencias al pueblo cubano, es el obstáculo principal al desarrollo de nuestra economía, constituye una violación del Derecho Internacional y afecta los intereses de todos los países, incluyendo los de los Estados Unidos.

Para alcanzar la normalización será indispensable también que se devuelva el territorio ilegalmente ocupado por la Base Naval en Guantánamo, cesen las transmisiones radiales y televisivas hacia Cuba que son violatorias de las normas internacionales y lesivas a nuestra soberanía, se eliminen los programas dirigidos a promover la subversión y la desestabilización internas, y se compense al pueblo cubano por los daños humanos y económicos provocados por las políticas de los Estados Unidos.

Al recordar los temas pendientes de solución entre los dos países, el gobierno cubano reconoce las decisiones adoptadas hasta el momento por el presidente Obama, de excluir a Cuba de la lista de Estados patrocinadores del terrorismo internacional, de instar al Congreso de su país a levantar el bloqueo y de comenzar a adoptar medidas para modificar la aplicación de aspectos de esta política en uso de sus prerrogativas ejecutivas.

Como parte del proceso hacia la normalización de las relaciones, a su vez, habrá que construir las bases de unos vínculos que no han existido entre nuestros países en toda su historia, en particular, desde la intervención militar de los Estados Unidos, hace 117 años, en la guerra de independencia que Cuba libró por cerca de tres décadas contra el colonialismo español.

Estas relaciones deberán cimentarse en el respeto absoluto a nuestra independencia y soberanía; el derecho inalienable de todo Estado a elegir el sistema político, económico, social y cultural, sin injerencia de ninguna forma; y la igualdad soberana y la reciprocidad, que constituyen principios irrenunciables del Derecho Internacional.

El Gobierno de Cuba reitera la disposición a mantener un diálogo respetuoso con el Gobierno de los Estados Unidos y a desarrollar relaciones de convivencia civilizada, basadas en el respeto a las diferencias entre ambos gobiernos y en la cooperación en temas de beneficio mutuo.

Cuba continuará enfrascada en el proceso de actualización de su modelo económico y social, para construir un socialismo próspero y sostenible, avanzar en el desarrollo del país y consolidar los logros de la Revolución.

Jeffrey DeLaurentis, jefe de la Sección de Intereses de los Estados Unidos en La Habana entregó al ministro interino de Relaciones Exteriores de Cuba, Marcelino Medina González; una misiva del Presidente Barack Obama al General de Ejército Raúl Castro Ruz, Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, sobre el restablecimiento de relaciones diplomáticas y la apertura de embajadas en los respectivos países. Ministro de Relaciones Exteriores interino recibió carta de Presidente de los EE.UU. dirigida al presidente de Cuba (+Video)

Carta del Presidente cubano Raúl Castro a Barack Obama

El Jefe de Estado cubano confirma decisión de restablecer relaciones diplomáticas con los Estados Unidos de América y abrir misiones diplomáticas permanentes en ambos países el 20 de julio de 2015


La Habana, 1ro de julio de 2015
Excmo. Sr. Barack H. Obama
Presidente de los Estados Unidos de América
Señor Presidente:
En consonancia con los anuncios del 17 de diciembre de 2014 y las conversaciones de alto nivel entre nuestros gobiernos, me complace dirigirme a Usted para confirmar que la República de Cuba ha decidido restablecer relaciones diplomáticas con los Estados Unidos de América y abrir misiones diplomáticas permanentes en nuestros respectivos países, el 20 de julio de 2015.
La parte cubana asume esta decisión, animada por la intención recíproca de desarrollar relaciones respetuosas y de cooperación entre nuestros pueblos y gobiernos.
Cuba se inspira asimismo en los principios y propósitos consagrados en la Carta de las Naciones Unidas y el Derecho Internacional, a saber, la igualdad soberana, el arreglo de las controversias por medios pacíficos, abstenerse de recurrir a la amenaza o al uso de la fuerza contra la integridad territorial o la independencia política de cualquier  Estado, la  no  intervención  en  los  asuntos  que  son  de  la jurisdicción interna de los Estados, el fomento de relaciones de amistad entre las naciones basadas en el respeto al principio de la igualdad de derechos y al de la libre determinación de los pueblos, y la cooperación en la solución de problemas internacionales y en el desarrollo y estímulo del respeto a los derechos humanos y a las libertades fundamentales de todos.
Lo anteriormente expresado está en conformidad con el espíritu y las normas establecidas en la Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas del 18 de abril de 1961 y en la Convención de Viena sobre Relaciones Consulares del 24 de abril de 1963, de las cuales tanto la República de Cuba como los Estados Unidos de América son Estados Parte, y regirán las relaciones diplomáticas y consulares entre la República de Cuba y los Estados Unidos de América.
Hago propicia la oportunidad para expresarle, señor Presidente, el testimonio de nuestra consideración.
Raúl Castro Ruz

sábado, 4 de abril de 2015

La Sociedad Civil en Cuba



La Sociedad Civil en Cuba.
Autor: MSc. Mambi Cubano


Introducción:
En la literatura política actual, con mucha frecuencia, se emplea el término sociedad civil   por dirigentes políticos, sociólogos, filósofos y periodistas,  para hacer referencias a hechos sociales, intereses políticos y los más diversos objetivos,  sobre todo a partir de las décadas del 80 y el 90 del siglo pasado, coincidiendo con el proceso de desmantelamiento del socialismo en Europa del Este y la desintegración de la URSS.  En Cuba, en los últimos tiempos, también se aprecia un incremento del debate político filosófico en torno al binomio sociedad civil - Estado. 

Como explicó Carlos Marx, “La sociedad civil abarca toda la vida comercial e industrial de una fase y, en este sentido, trasciende de los límites del estado y de la nación, si bien, por otra parte, tiene necesariamente que hacerse valer al exterior como nacionalidad, y vista hacia el interior como Estado”.

El concepto más elaborado de "sociedad civil", sin embargo, lo establece el teórico marxista, fundador del Partido Comunista Italiano, Antonio Gramsci, quien en sus obras, recogidas bajo el nombre de Cuadernos desde la Cárcel, lo desarrolla a profundidad siguiendo los lineamientos de Hegel y Marx. Para Gramsci la sociedad civil es "el conjunto de los organismos vulgarmente llamados privados... que corresponden a la función de hegemonía que el grupo dominante ejerce en toda la sociedad". La contrapone a la sociedad política (el Estado, en sentido estricto) del cual ella es su "base y contenido ético. Desarrolla Gramsci su teoría de la sociedad civil dentro del concepto más general y novedoso del bloque histórico, que no es eterno y que puede ser variado en provecho de las clases subalternas. 

Según Miguel Limia, e Isabel Monal, el término sociedad civil “(…) se presenta en la historia de las ideas hasta nuestros días como ambiguo, de fronteras imprecisas y hasta nebulosas; una ambigüedad inadecuada, además por el hecho de que en alemán sociedad civil  y sociedad burguesa  se escriben de la misma manera y las traducciones no siempre saben hacer la mejor selección (…)”
La Sociedad Civil en Cuba

Tratar el tema de la sociedad civil en Cuba enfrenta dos grandes dificultades, una de carácter teórico y otra de carácter político. La primera está asociada a las propias ambigüedades que caracterizan el uso del concepto de sociedad civil en la ciencia social contemporánea. Es un concepto altamente impreciso en su contenido, al que se le asignan significados distintos, y ha sido utilizado en discursos teóricos radicalmente divergentes por su finalidad. La dificultad de carácter político emana del profuso empleo del término “sociedad civil” en discursos políticos encontrados sobre la realidad cubana.

El gobierno de Estados Unidos, los sectores más derechistas del exilio y los llamados grupos disidentes dentro del país, han enarbolado la consigna de crear y fortalecer la sociedad civil en Cuba –tomando como presupuesto su alegada inexistencia– como vía para derribar el sistema político-social vigente.

Tras la toma del poder por la Revolución, en 1959, se operó una radical transformación de la sociedad civil cubana. Por un lado, una buena parte desapareció. La mayoría de las formas asociativas (partidos políticos, instituciones profesionales, asociaciones religiosas, etc.) desaparecieron. Ello fue resultado de la acción del nuevo Estado, pero también de procesos de autodisolución. La mayoría de sus miembros abandonaron el país, producto de la primera oleada migratoria de los años 1959-1962.

Con las nuevas dinámicas sociales que se desencadenaron, surgieron nuevos espacios de acción, se masificaron agencias de socialización ya existentes y surgieron otras, y aparecieron nuevos espacios de asociación. En palabras de María López Vigil, “la sociedad cubana se convirtió en una sociedad civil en gran escala”, como señala en “Sociedad civil en Cuba. Diccionario urgente”, publicado en el número 184 de Envíos, Managua, en 1997. La participación popular fue profunda y masiva. La autogestión alcanzó un peso y significación como nunca antes. Es preciso no olvidar algo importante: se logró la socialización del poder a una escala sin precedentes en muchos países.

La recepción de la idea de sociedad civil comienza en Cuba, en lo esencial, en la década del noventa del siglo XX. Es una recepción que ha estado marcada por los procesos que se han producido, tanto a nivel internacional como al interior del país.

Si analizamos los más de 25 años de circulación de este término en nuestro contexto, podemos discernir una primera etapa en la cual predominó la percepción como un instrumento teórico utilizable sólo para criticar las estrategias pasadas y presentes de la Revolución, y plantear salidas a las situaciones de crisis de nuestra realidad, que no tienen nada que ver con alternativas socialistas. El momento más destacado de esta primera etapa, que duró aproximadamente hasta 1994, lo constituyó la publicación y difusión en nuestro país del documento titulado “Reconstruir la sociedad civil: un proyecto para Cuba”, de Dagoberto Valdés y Luis Enrique Estrella, que se discutió y aprobó en la II Semana Social Católica, efectuada en La Habana en diciembre de 1994.

Este documento es significativo porque expresa, en esencia, una de las tres posiciones fundamentales en el debate cubano sobre sociedad civil, a las que me referiré después. Se asumió la interpretación liberal clásica del concepto, que la identifica sólo como el conjunto de asociaciones voluntarias, independientes del gobierno y como esfera contrapuesta a la política y al Estado. La reconstrucción de la sociedad civil que se proponía en este texto implicaba, de hecho, la eliminación de los principales rasgos socialistas de nuestra estructura político-económica.

Esta primera etapa, en la que es casi exclusiva la presencia de esta interpretación y el uso del concepto de sociedad civil en documentos y publicaciones, es seguida por una segunda etapa marcada por la presentación, en nuestros medios escritos, de posiciones divergentes entre sí. Podemos decir que entonces propiamente comienza a darse el debate. Cronológicamente se superpone en algo con la anterior, pero las fronteras en los procesos sociales suelen ser bastante indefinidas.

Las tres posiciones en el debate, en la etapa entre 1994 y mediados de 1996, estaban claramente delimitadas: la posición que denomina “liberal”, profundamente hostil al proyecto socialista, que adoptaba acríticamente la interpretación del concepto de sociedad civil proveniente del neoliberalismo, representada en lo fundamental al interior del país por los llamados grupos disidentes y la intelectualidad laica vinculada orgánicamente a la Iglesia católica cubana; la posición del “marxismo de la sospecha”, que se negó a la utilización del concepto y a toda reflexión acerca del tema, por considerarlo una maniobra del enemigo (y que con ello, de hecho, aceptaba la interpretación del concepto de sociedad civil de sus oponentes); por último, la posición del marxismo crítico, que rechazaba las dos posiciones anteriores, por considerarlas basadas en un mismo fundamento teórico unilateral, y asumía a la sociedad civil como el espacio privilegiado de consolidación de la hegemonía política del socialismo.

Según la investigadora Isabel Monal, El socialismo necesita un Estado fuerte y una sociedad civil fuerte, en que cada uno reconozca las funciones del otro, aunque trabajan y actúan por un proyecto común. Para Cuba, enfatiza, es un gran reto cómo continuar superando la escisión entre ambos, con vitalidad revolucionaria, transformadora, en los dos cuerpos.
"Me preocupa que entre los cubanos que trabajan por el proyecto socialista haya quienes ven a la sociedad civil solo como equivalente de Organizaciones No Gubernamentales (ONG); eso, pienso, es un error, una idea nacida del pensamiento liberal actual y que desgraciadamente ha arrastrado a mucha gente de izquierda en el mundo. La sociedad civil abarca, siguiendo a Marx, elementos materiales y espirituales."

Tampoco, las ONG pueden considerarse como algo exento de críticas; no son ruedas sueltas de la sociedad, se hayan obligadas a responder ante ella por lo que están haciendo.
"Comparada con otras experiencias socialistas, Cuba es la que ha tenido la sociedad civil más fuerte, por la propia naturaleza y práctica cotidiana de la Revolución. Esa vocación de justicia social, de participación popular en las cuestiones de la vida pública deberá ser cada vez más activa, de ello depende la supervivencia y consolidación del proyecto político, social y económico defendido por la mayoría del pueblo; de ello no hay duda."

"Gramsci afirmaba con muy buen tino que lo importante era que las formas políticas del socialismo fueran funcionales con la sociedad donde llenaban sus funciones específicas. En ese `juego' con los pies en la tierra, la Revolución ha sido capaz de perfeccionarse, y lo deberá seguir haciendo, sin abrirle ni siquiera una ventanita a la contrarrevolución, y sí muchas puertas anchas a la participación popular, expresada en formas diversas."

La sociedad civil cubana en correspondencia con su carácter clasista, es en su aplastante mayoría socialista, portadora de capacidades para desarrollar relaciones sanas y creativas con el Estado. Pero ello no debe conducirnos a obviar las contradicciones ni a desconocer que grupúsculos minoritarios están en contra de ese proyecto de justicia social, participativo y antimperialista que fomentamos.

Como se reafirmó  en el V Pleno del Comité Central del Partido Comunista de Cuba - efectuado en marzo de 1996,  la sociedad civil cubana es la que componen “(…)  nuestras potentes organizaciones de masas ( CTC, CDR, FMC, ANAP, FEU, FEEM e incluso los pioneros ), las sociales , que como es sabido agrupan entre otros a los combatientes de la Revolución, a economistas,  juristas, periodistas, artistas y escritores, etc., así como otras ONGs que actúan dentro de la legalidad  y no pretenden socavar el sistema económico, político y social  libremente escogido por nuestro pueblo, a la vez que aún cuando tienen su personalidad propia e incluso su lenguaje específico, junto al Estado revolucionario persiguen el objetivo común de construir el socialismo”.

Esta afirmación marcó un hito en la historia cubana. Se trata de un enfoque contradictorio. Por un lado, su dura retórica parecía deslegitimar el debate en torno a este y otros temas. Por el otro, no es menos significativo que, por primera vez, en un texto oficial de un partido comunista en el poder se reconoce y valora la existencia de la sociedad civil. Precisamente en ese año, 1996, Armando Hart, entonces miembro del Buró Político del PCC y ministro de Cultura, en un conjunto de artículos y entrevistas aparecidos en diversos medios de prensa cubanos, utilizó ampliamente la categoría de sociedad civil, exponiendo la importancia de su desarrollo en la consolidación del proceso revolucionario cubano.

Tal enfoque requiere no olvidar que estas organizaciones (hoy alcanzan la cifra de 2229) tienen funciones definidas y constituyen a su vez, estructuras que actúan de forma diferente al Gobierno, como órgano ejecutivo del Estado. 

Como se señala en la Declaración de las Organizaciones Cubanas participantes en el Encuentro La Sociedad Civil en Defensa de la Soberanía y los Derechos Humanos en Cuba: “La sociedad civil cubana es hoy, parte indisoluble de la Nación, actúa en la conformación y enriquecimiento continuos de la identidad nacional y los valores patrios, participa plenamente en los procesos de desarrollo de nuestra entidad cultural, defiende los más sólidos principios e intereses de la Revolución y es, en su esencia, reflejo y encarnación de la espiritualidad de nuestro pueblo”.

Las Organizaciones No Gubernamentales en Cuba, en su condición de ser asociaciones de la sociedad socialista cubana en la que la población se agrupa por sus afinidades e intereses, ocupan un lugar de elevada significación en la vida sociopolítica. Ellas forman parte del debate político ideológico actual y con su consenso se aplican las principales decisiones gubernamentales. 

En el enfrentamiento ideológico con el imperio en el debate en torno a la sociedad civil y su lugar y papel en el sistema político cubano, así como la importancia y actualidad del tema, condujo a nuestro Partido a desarrollar el concepto de Sociedad Civil Socialista Cubana, tal como la entendemos, como se ha de corresponder con el momento histórico y con la esencia de nuestro sistema socialista. De este modo, por primera vez, a la luz pública, se emplea el concepto de sociedad civil socialista por un partido comunista en el poder, que lo incluye como herramienta e instrumento de análisis, debate y proyección estratégica y legitima la existencia de la sociedad civil en Cuba a partir de nuestras posiciones y de nuestros fundamentos teóricos y principios revolucionarios, de nuestra experiencia y de los retos que impone la construcción del socialismo en el país. 

El socialismo, en las condiciones de un mundo unipolar y hegemónico, como nunca antes, necesita de un Estado fuerte, eficiente y capaz y, a su vez, de una sociedad civil fuerte, eficiente y capaz también, no como contrarios ni fuerza opositora, sino como instituciones independientes con funciones propias y de reconocimiento mutuo, sobre la base del respeto y la comprensión de las funciones de cada uno y la actividad común en interés del mismo proyecto. 

La sociedad civil socialista cubana se distingue por su carácter genuino y autóctono, por su fortaleza y apoyo a las ideas y proyectos de la Revolución, con capacidad para desarrollar y fomentar relaciones activas, creativas y de mutua comprensión. 

A partir de un enfoque  histórico concreto, objetivo y sobre la base de la realidad sociopolítica cubana actual,  de las particularidades de la construcción del socialismo en el país y de la existencia de un enemigo interesado y empeñado en aniquilar la Revolución Cubana, cabe resaltar que, la concepción político partidista acerca de la sociedad civil cubana refleja los intereses de clases, así como nuestras aspiraciones y objetivos y se corresponde plenamente con nuestro sistema político social, que los puntos de vista no coincidentes entre la sociedad civil y el Estado Cubano no generan una contradicción antagónica de entes que se oponen, por el contrario, favorecen el diálogo, el entendimiento mutuo y el trabajo conjunto en interés de un objetivo común. Del mismo modo, los grupúsculos contrarrevolucionarios pagados y servidos por el imperio, interesados en el regreso al capitalismo de este país, no forman parte de nuestra sociedad civil.

La política de Estado del Imperio Norteamericano con América Latina y otras zonas del mundo y hacia nuestro país en especial ha estado signada por la filosofía de la Zanahoria y el Garrote, desde que Revolución, Independencia y Dignidad Nacional riñen con sus apetencias territoriales respecto a Cuba.

Todos los presidentes norteamericanos, sus principales ideólogos y asesores han considerado esa actitud hacia Cuba como válida y viable; unos han apostado más al Garrote y los menos a la Zanahoria.

En 1992 tras la caída del socialismo en Europa, el triunfo de la contrarrevolución y la vuelta al capitalismo en aquellos lares, con la clásica combinación de la Zanahoria y el Garrote, los ideólogos del imperio apostaron por aplicar en Cuba fórmulas que les fueron eficaces en aquella zancadilla a la historia.

Robert Torricelli, entonces senador demócrata por Nueva Jersey, fue el designado para presentar al Congreso de los Estados Unidos una ley que asumió su nombre, la cual faculta al Presidente para usar la fuerza contra Cuba, el Garrote, y debilitar deliberadamente a la nación con los efectos del bloqueo. Dando al Presidente además la potestad para crear y fortalecer estructuras contrarrevolucionarias en el marco de una supuesta sociedad civil contestataria al margen y contra el estado socialista cubano.

El bloqueo debe actuar como eslabón que articula el Garrote con la Zanahoria.
La sociedad civil, que pretenden en Cuba, jugaría el papel que desempeñaron en Europa los centenares de organizaciones sociales, políticas y hasta paramilitares neofascistas que surgieron en aquellos escenarios a espaldas y en contra de los estados nacionales; impulsados por el imperialismo mundial. Fue una fórmula que concluyó con el desmonte del socialismo y la construcción brutal del capitalismo.

La Ley Torricielli, en su carril II, la Zanahoria, autoriza se destinen fondos multimillonarios para apoyar grupúsculos, que inspirados en cualquier afinidad, aporten presencia en una supuesta estructura social paralela al Estado Socialista. Para ello favorecen viajes e intercambios científicos, deportivos o profesionales, becas y todo lo que favorezca su anhelado contagio con la ideología capitalista norteamericana.

En 1992 William Clinton, candidato presidencial que quería los votos de la Florida y el fin de la Revolución Cubana “presionó”  a  George Bush,  padre, presidente de los Estados Unidos para que se aprobara la Ley.  Bush quería lo mismo que Clinton: este último declaró: “Estoy feliz por este momento histórico” cuando se aprobó la Ley Torricelli.

Los cambios anunciados por Barack Obama actual Presidente de los Estados Unidos, no son tales respecto a Cuba, cuando su práctica como Presidente demuestra que se mantiene fiel al uso del Garrote y la Zanahoria como medio para destruir nuestra Revolución.

La política de este gobierno no ha desmontado el plan de George Bush hijo, contra Cuba que tiene una parte “secreta” referida sin dudas a la invasión militar a Cuba lo que sería el Garrote más fuerte. Obama ha declarado que hará lo posible porque el congreso elimine el bloqueo, argolla terrible entre Garrote y Zanahoria. Pero pide a Cuba signos y gestos enfilados a la democracia, término que en lenguaje norteamericano significa capitalismo.

Nosotros, hemos vivido por más de 50 años esta política del imperio y por tanto, sabemos lo que queremos. Estamos preparados para todo, romperemos Garrotes y fortaleceremos nuestra propia Sociedad Civil Socialista con el Partido Comunista al frente.


 CONCLUCIONES:
Como se plantea el la bibliografía consultada, el concepto de sociedad civil requiere de un enfoque clasista, político- partidista, integral y sistémico a partir de la diversidad de enfoques, criterios y posiciones que al respecto se expresan, toda vez que revela un conjunto de irregularidades y manipulaciones y que no existe un concepto universalmente aceptado sobre su contenido, estructura y funciones. 

El Estado y la Sociedad Civil tienen una estructura clasista, a cada modo de producción corresponde su sociedad civil.  

La Sociedad Civil Cubana corresponde al modo de producción socialista imperante en nuestro país, expresa, en lo fundamental, los intereses de nuestro sistema político y trabaja de mutuo acuerdo con las institucionales estatales en el desarrollo y fortalecimiento de la democracia socialista en el país. 

Los argumentos del imperio acerca de la inexistencia de una sociedad civil en Cuba carecen de fundamento. Tras ellos se esconden los intentos de fragmentación, desunión y división de la sociedad cubana, de sustitución violenta de los cimientos del socialismo, de llevar el país al capitalismo y convertirnos de nuevo en neocolonia de su sistema imperial. 

La concepción de nuestro Partido de denominar nuestra sociedad civil como Sociedad Civil Socialista Cubana, acentúa el contenido, subraya la estructura, enfatiza su autoctonía y define su carácter socialista. 
 









Bibliografía:
1.     Abreu, Reinier. “Marxismo y Sociedad Civil en el Debate de los noventa. ¿Compatible?” Ponencia presentada en la IV Conferencia Internacional. “La obra de Carlos Marx y los Desafíos del Siglo XXI”.
2.     Acanda, J. L. Sociedad civil y hegemonía. Centro de Investigación y Desarrollo de la Cultura Cubana Juan Marinello. 2002. Pág.  139.
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