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sábado, 27 de octubre de 2018

Para mí, Camilo no ha muerto

Fragmentos de las sentidas palabras de Ernesto Che Guevara en honor al Comandante Camilo Cienfuegos tras su desaparición física


Los actos de recordación de los héroes caídos van constituyendo con el tiempo cierta especie de tarea disciplinaria, y más o menos –quiérase o no– se convierten en un acto mecánico. Por eso, muchas veces personalmente he tratado de hurtarle el cuerpo a la rememoración de compañeros que significan cosas muy importantes en nuestra vida, amigos forjados en la lucha, compañeros de los primeros momentos, de aquellos momentos en que apenas un poco más que los dedos de la mano alcanzaban para numerarse. El recordarlos año tras año en discursos va creando esa mecánica de que les hablaba; mecánica que, para los que han conocido íntimamente a Camilo, por ejemplo, como yo, choca.
Yo quería decirles pocas palabras y tratar de expresarles lo que creo que significa Camilo. Es muy difícil, casi imposible diría.
Un día de derrota, uno de los tantos días de derrota que tuvimos que afrontar, nos habían sorprendido; en la huida yo perdí mi mochila, alcancé a salvar la frazada nada más, y nos reunimos un grupo disperso. Fidel había salido con otro grupo. Eramos unos diez o 12. Y había más o menos una ley no escrita de la guerrilla que aquel que perdía sus bienes personales, lo que todo guerrillero debía llevar sobre sus hombros, pues debía arreglárselas. Entre las cosas que había perdido estaba algo muy preciado para un guerrillero: las dos o tres latas de conserva que cada uno tenía en ese momento.
Al llegar la noche, con toda naturalidad cada uno se aprestaba a comer la pequeñísima ración que tenía, y Camilo –viendo que yo no tenía nada que comer, ya que la frazada no era un buen alimento– compartió conmigo la única lata de leche que tenía; y desde aquel momento yo creo que nació o se profundizó nuestra amistad.
Tomando sorbos de leche y disimuladamente cuidando cada uno de que el reparto fuera parejo, íbamos hablando de toda una serie de cosas. En general versaba la conversación sobre comida, porque las conversaciones de las gentes versan sobre los problemas más importantes que le aquejan, y para nosotros la comida era una obsesión en aquellos días. Así, me contó del arroz... no, de la harina, creo que la harina con cangrejo, que era una especialidad de la mamá de Camilo, y me invitó a comerla después del triunfo.
Hasta ese momento, no éramos particularmente amigos; el carácter era muy diferente. Desde el primer momento salimos juntos. Desde el Granma, desde la derrota de Alegría de Pío estábamos juntos, sin embargo, éramos dos caracteres muy diferentes. Y fue meses después que llegamos a intimar, extraordinariamente.
Chocábamos por cuestiones de disciplina, por problemas de concepción de una serie de actitudes dentro de la guerrilla. Camilo en aquella época estaba equivocado. Era un guerrillero muy indisciplinado, muy temperamental; pero se dio cuenta rápidamente y rectificó aquello. Aun cuando después hiciera una serie de hazañas que han dejado su nombre en la leyenda, me cabe el orgullo de haberlo descubierto como guerrillero. Y empezó a tejer esa urdimbre de su leyenda de hoy en la columna que me había asignado Fidel, mandando el Pelotón de Vanguardia.
Después, fue comandante; escribió en el llano de Oriente una historia muy rica en actos de heroísmo, de audacia, de inteligencia combatiente e hizo la invasión, en los últimos meses de la guerra revolucionaria.
Lo que a nosotros –los que recordamos a Camilo como una cosa, como un ser vivo– siempre nos atrajo más, fue, lo que también a todo el pueblo de Cuba atrajo, su manera de ser, su carácter, su alegría, su franqueza, su disposición de todos los momentos a ofrecer su vida, a pasar los peligros más grandes con una naturalidad total, con una sencillez completa, sin el más mínimo alarde de valor, de sabiduría, siempre siendo el compañero de todos, a pesar de que ya al terminar la guerra, era, indiscutiblemente, el más brillante de todos los guerrilleros.

A los pocos meses del triunfo, cuando todavía estábamos en la efervescencia de la destrucción del viejo orden y apenas comenzaba a discutirse sobre la necesidad de la organización, Camilo murió.
Pero a mí no me cabe duda de que así como rectificó aquellos primeros errores de los días nacientes de la guerrilla y se convirtió en el mejor de todos nosotros, así también se hubiera adaptado a las exigencias de esta nueva época, y hubiera sido una columna firme en la organización del Ejército, o en la organización de cualquier organismo, cualquier parte del Estado que le fuera confiada.
Sin embargo, toda esta parte, no ha podido ser ni presenciada, ni
ejecutada, ni colaborar en su ejecución, por Camilo. Nos cabe solo pensar en lo que podría haber hecho, pensar en la ausencia que dejó, en aquellos momentos en que todavía la conjunción de las fuerzas revolucionarias no se había deslizado plenamente, y el papel que jugaba cuando, con su autoridad indiscutida en toda una serie de discusiones, de malquerencias que existían entre los revolucionarios, surgía Camilo para imponer siempre el llamado a la cordura, el llamado a hacer prevalecer los principios y el espíritu revolucionario sobre cualquier querella del momento.

Nuestra historia también está llena de esas desavenencias, está llena de esas luchas que a veces fueron muy violentas; está llena de desconocimiento de nosotros mismos; y, producto de ese desconocimiento: desconfianzas, formaciones de grupos, luchas entre grupos y, al mismo tiempo, la reacción trabajando dentro de ella. Allí es donde hay también un gran trabajo de Camilo que se desconoce. Y fue evidentemente un factor de unidad.
En aquellos momentos era necesaria la presencia de los hombres que no tuvieran la más mínima ambición personal, la más mínima desconfianza, que fueran hombres enteramente puros y dedicados a la tarea revolucionaria exclusivamente, para poder realizar lo que casi podría llamarse el milagro de la unidad. Y a esa clase de hombres pertenecía Camilo. ¡Y los hay pocos!
Todos nosotros, la mayoría, por lo menos, tenemos muchos pecadillos que contar de aquellas épocas, muchas suspicacias, desconfianzas, a veces
hasta malas artes empleadas con un fin que considerábamos muy justo, pero con métodos que a veces –muchas veces– eran incorrectos. Y nunca se puede decir que Camilo haya recurrido a ellos.
Claro que se puede pensar que Camilo es el muerto, y que de los muertos se puede hablar en forma distinta. Y es natural que si Camilo estuviera vivo y presente entre nosotros, un sentimiento hasta de pudor natural nos impedirían decir cosas como estas, pero son absolutamente justas.
Esa es la significación que tiene Camilo para nosotros. Difícil de expresar, difícil de mostrar ante ustedes, porque definir en lo que vale un compañero, en lo que vale internamente para cada uno de los que tuvo alguna responsabilidad en la lucha revolucionaria y en el periodo de construcción, es algo muy difícil. Pero quería, simplemente, anotar ante ustedes, aunque fuera esa significación interna, privada, que tiene para mí, para muchos de nosotros, Camilo.

Y la seguridad, expresarles la seguridad de que aquel ¿«voy bien»? de Fidel, cuando le preguntara a Camilo, en la Ciudad Militar a los primeros días o el primer día de su llegada a La Habana, no significa la casualidad de una pregunta hecha a un hombre que de casualidad estuviera a su lado, era la pregunta hecha a un hombre que merecía la total confianza de Fidel, en el cual sentía, como quizás en ninguno de nosotros, una confianza y una fe absoluta.
Y por eso, aquella pregunta es todo un símbolo, un símbolo de lo que significara Camilo. Seguirán pasando los años, tendremos muchas luchas por delante, nuestra importancia en el mundo acrecentada día a día, hará que se escriba una historia desde perspectivas diferentes. Y aquellos dos años de lucha en la Sierra, y aquel primer año de gestación revolucionaria serán apenas unas pequeñas líneas en la historia de nuestra Revolución y de la revolución mundial.
Pero por pequeñas que sean esas líneas, por escueto que sea el comentario y la poca importancia que se le reconozca en el futuro, aquella guerra de escaramuzas de un grupo de hombres que tuvo como virtud fundamental la de tener fe, en esas pequeñas líneas, necesariamente, debe estar inscrito el nombre de Camilo. Porque aun cuando su actuación comparada ya retrospectivamente, es fugaz, y con el correr de los años será más fugaz en tiempo; su acción, su influencia, sobre los hombres que tuvieron la fortuna de participar en toda aquella serie de sucesos, fue enorme.
Y aun, cuando siempre lo digamos mecánicamente, y aun cuando parezca una de las tantas frases con que se adornan la vida de los héroes caídos, por lo menos, créanme, cuando lo digo con toda la más grande sinceridad, que para mí, Camilo no ha muerto.
(Fragmentos del discurso pronunciado por el Che en homenaje al Comandante Camilo Cienfuegos, el 28 de octubre de 1964).

Camilo, símbolo de dignidad, valentía y altruismo

La Habana es protagonista de la formación y desarrollo político de uno de los más aguerridos combatientes por la libertad de Cuba, Camilo Cienfuegos Gorriarán.

Su trayectoria a favor de la causa por la independencia y en contra de la injusticia social y racial impuesta durante décadas de servilismo por gobiernos de la otrora república mediatizada, enaltecen la historia de este gigante.

Nació en la localidad capitalina de Lawton en el municipio Diez de Octubre. Procedente de una familia de escasos recursos económicos, emprendedora, digna y con un alto grado de sentido patriótico, consciente de la necesidad de alcanzar la plena soberanía de la nación.

En ese contexto Camilo forja su carácter, desarrolla ideas emancipadoras y comprende tempranamente, siendo aún muy joven, que son impostergables las transformaciones de la sociedad luego de años de imposición de la tiranía batistiana. Comienza entonces junto a otros compatriotas a participar en manifestaciones de repudio al régimen el cual mantenía avasallado al pueblo.

En el año 1954 ante la persecución de la dictadura se ve obligado a salir de la Isla a EE.UU, y desde el exilio continúa sus actividades de oposición al gobierno represivo existente en la Mayor de las Antillas.

Razones migratorias lo precisan trasladarse a México donde conoce al máximo líder cubano Fidel Castro con el desde el principio se identifica por sus ideas y accionar firme de llevar a cabo la contienda revolucionaria que tendría como eslabón primario la preparación militar en el país azteca de un grupo de combatientes, y posteriormente el trayecto en el yate Granma desde el Puerto de Tuxpan, hasta el oriente de Cuba.

El propósito de esa compleja travesía era comenzar la incursión armada en la tierra caribeña e impulsar la guerra contra el dictador hacia el Occidente, no cejando en el empeño hasta alcanzar la derrota definitiva del ejército batistiano que a tantas familias ultrajó.

Vencer o morir fue la palabra de orden de los expedicionarios entre los cuales estaba Camilo, el también Señor de la Vanguardia. Su lealtad a Fidel, al Movimiento 26 de Julio, así como la profunda compenetración entre los objetivos de lucha de ambos rebeldes, creció rápidamente.

Llegó a ser uno de los hombres más destacados e imprescindibles en la epopeya gestada. La conducta osada y confianza depositada en él fueron elementos cruciales para que adentrados ya en la batalla de la Sierra Maestra fuese ascendido al grado de Comandante.

Luego del triunfo del Primero de enero de 1959 ocupa el cargo de Jefe del Estado Mayor del Ejército Rebelde. Y como muestra de la fe que tuvo Fidel en este héroe debido a sus valores, en el histórico discurso del día 8 en Columbia, le preguntó: ¿Voy bien Camilo?, frase inmortalizada por la profundidad de su contenido.

Eran días muy convulsos, mercenarios al servicio de Washington y la Agencia Central de Inteligencia actuaban por todos los medios a su alcance con estrategias de desunión, campañas mediáticas de desinformación contra el naciente proceso cubano, hasta llegar a incursionar en actos terroristas, detonaciones de explosivos en lugares y centros de interés socio-económico, actividades piratas, invasiones etc.

En ese contexto se produce en Camagüey en el mes de octubre del propio año de la victoria del Ejército Rebelde un complot contrarrevolucionario promovido entonces por Hubert Matos quien decidió traicionar la causa.


Ante el suceso, Camilo decide ir hacia el lugar de los hechos a enfrentar la conspiración que se gestaba e intentar incluso dialogar para esclarecer posiciones, actitudes, y evitar mayores consecuencias.

Y al regresar el día 28 de esa difícil misión, la aeronave que lo trasladaba a La Habana, desapareció.
La noticia conmovió a Cuba entera, un pueblo en las calles lloró junto a sus compañeros de lucha y familiares. Se efectuó durante varios días una incesante búsqueda por aire y mar sin que pudiese localizarse el avión.


Este titán noble y valiente, hombre de mil anécdotas y decenas de batallas, leal a Fidel y a la Revolución irrigó por siempre con su vida, la semilla de la dignidad y el amor a la Patria libre y soberana que ayudó a construir.





Por Aixa Alfonso 

La Habana rinde homenaje a Camilo Cienfuegos

Los habaneros rindieron homenaje al Comandante del Ejército Rebelde Camilo Cienfuegos Gorriaran, desaparecido hace 59 años


Estudiantes de las Escuelas Militares Camilo Cienfuegos, cadetes, combatientes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) y del Ministerio del Interior (MININT), y población de los municipios de Plaza de la Revolución y Cerro participaron del acto político cultural efectuado en la explanada de la Plaza de la Revolución José Martí.
Los que se trasladaron en una peregrinación hasta el malecón habanero y depositaron flores en el mar, una ceremonia que se realiza en el país hace décadas. Participaron, además Luis Antonio Torres Iribar, integrante del Comité Central y primer secretario del Partido en la capital.
Camilo Cienfuegos, desapareció el 28 de octubre de 1959, a los 27 años, cuando regresaba de una misión encomendaba por el líder de la Revolución Cubana Fidel Castro Ruz, en la provincia de Camaguey,para detener la traidor Huber Matos Benítez.


Era uno de los 81 hombres con que desembarco Fidel Castro Ruz el 2 de diciembre de 1956 del yate Granma, para iniciar la lucha guerrillera en la Sierra Maestra, y fue clave en la derrota del dictador Fulgencio Batista y en el triunfo de la Revolución Cubana el 1 de enero de 1959.
Al frente de la Columna Invasora No. 2 Antonio Maceo, con 92 combatientes (solo 82 armados), emprendió la triunfal invasión guerrillera hacia el Occidente de la isla, junto a la Columna No. 8 Ciro Redondo al mando del Comandante Ernesto Che Guevara.

Por Carlos Manuel S...

Camilo convoca e inspira

Encabezado por las nuevas generaciones, en nombre de toda Cuba el pueblo habanero rindió homenaje al Señor de la Vanguardia, a pocas horas de conmemorarse el aniversario 59 de su desaparición física

Octubre estremece de principio a fin. Pensamos en el Che, en los mártires de Barbados, en las víctimas del terrorismo, y ahora, en Camilo. Hablando del Señor de la Vanguardia, en estos días finales una sonrisa franca se multiplica por Cuba. Una que llena cada espacio, que convoca, que inspira. Una que no han podido borrar tempestades, turbulencias, ni 59 años de ausencia física.
Porque Camilo, el niño jaranero, el joven rebelde y el guerrillero de la sonrisa franca renace cada día en el corazón de su pueblo, ese que cada año, cuando el almanaque marca el día 28 o días antes, acude a los ríos y mares de la Isla, flor en mano, para recordar su ejemplo.
Así sucedió este viernes en la capital, donde se evocó la fecha con un acto político-cultural ante el relieve escultórico del Señor de la Vanguardia realizado por el pintor, diseñador, escultor y grabador Enrique Ávila González, que está colocado en la fachada del edificio del Ministerio de la Informática y las Comunicaciones, en la Plaza de la Revolución José Martí.
La conmemoración —presidida por Luis Antonio Torres Iríbar, primer secretario del Comité Provincial del Partido en La Habana, y jefes principales de las Fuerzas Armadas Revolucionarias y el Ministerio del Interior— fue el punto de partida de la peregrinación que llevó flores hasta el Malecón capitalino.
Niños, adolescentes, jóvenes, médicos, maestros, ingenieros, obreros, amas de casa, representantes de todo el pueblo, acudieron nuevamente a la cita, pues como aseguró Arian Manzano Lafargue, estudiante de 3er. año de la escuela militar Camilo Cienfuegos, de Arroyo Arenas, en cada uno de ellos, en cada cubano comprometido con la Patria, está la inmortalidad del Comandante de la sonrisa eterna.

 Aileen Infante Vigil-Escalera