Traductor

miércoles, 1 de octubre de 2014

Luchar es inherente a nuestro tiempo

La Marcha Estudiantil y Juvenil Los Pinos Nuevos contra el Terrorismo, que desde el Cabo de San Antonio hasta la Punta de Maisí unió a miles de jóvenes, condenó el terrorismo, exigió libertad para Gerardo, Ramón y Antonio, y devino canto de amor por la vida y la paz
Yuniel Labacena Romero


1 de Octubre del 2014 0:16:54 CDT
Lo vivido este miércoles en toda Cuba resulta una elocuente expresión del profundo sentido de justicia y patriotismo de las nuevas generaciones, como fieles continuadores del legado histórico de su Patria.
La Marcha Estudiantil y Juvenil Los Pinos Nuevos contra el Terrorismo, que desde la escalinata universitaria hasta la Tribuna Antiimperialista unió a miles de jóvenes, condenó el terrorismo, exigió libertad para Gerardo, Ramón y Antonio, aún presos en las cárceles del imperio por luchar contra ese flagelo, y devino canto de amor por la vida y la paz.

En la capital fue difícil llegar a la histórica Escalinata de la Universidad de La Habana. Las principales avenidas que conducen a ella estaban repletas de integrantes de la Organización de Pioneros José Martí, de las federaciones de Estudiantes de la Enseñanza Media y la Estudiantil Universitaria, y de jóvenes trabajadores y combatientes.

Pasadas las cuatro de la tarde comenzó a andar la multitud. Antes se escuchó hablar a Irma González Salanueva, hija de René, uno de los Cinco, quien convidó a marchar por una paz justa y plena para todos.

Entonces rindió tributo a Rafael Trejo, Mella, a José Antonio, a los Mártires de Humboldt 7, quienes desde esa misma Escalinata contribuyeron al sueño de una Cuba libre. También recordó a Martí, que con solo 16 años fue condenado a trabajos forzados en la hoy Fragua Martiana, por donde pasó la marea humana.

La joven convocó a luchar por esa libertad negada durante 13 años a su padre, durante 15 a Fernando y quién sabe por cuánto más a Gerardo, Ramón y Antonio. «Esa injusticia ha privado a los jóvenes de estas cinco familias de sonrisas y etapas irrecuperables», expresó, y mencionó también a los miles de palestinos y al independentista boricua Oscar López, a quienes se les veda su libertad.

Al recordar que la Escalinata fue testigo de mucha sangre y joven heroísmo, dijo que nuestros tiempos nos imponen nuevas luchas, retos y logros, que solo podemos alcanzar desde el rol de protagonistas. «Marchemos con ímpetu y conciencia revolucionaria», exhortó a los jóvenes, quienes a su pedido estremecieron ese sitio con consignas y vítores.

Comenzó así una marcha —que presidida por cinco banderas gigantes: la enseña nacional, la de la UJC y la de cada una de las organizaciones estudiantiles y las fotos de 138 víctimas del terrorismo de Estado contra Cuba— llegó a la Tribuna Antiimperialista José Martí, donde un grupo de artistas cantaron a Fidel, los Cinco, la paz, a la felicidad y porque siempre reine la esperanza.
El desfile devino encuentro con la historia y las raíces más profundas de la nación, pues los protagonistas de esta manifestación pasaron por sitios como el Memorial Mella, la esquina donde cayó en combate José Antonio Echeverría, el edificio de apartamentos de Humboldt 7 y en el sitio en que murió asesinado Rafael Trejo, el 30 de septiembre de 1930.

Al escenario de la Tribuna Antiimperialista subieron los infantes de La Colmenita, para interpretar Venga la esperanza y Di que no; y la solista Rosario Barrizonte, así como el trovador Adrián Berazaín, los repentistas Héctor Gutiérrez y Aramís Padilla, el músico Andy Rubal, y el coro de la Academia Nacional de Canto Mariana de Gonitch, para cerrar con David Blanco.

Fueron más de 50 000 estudiantes y jóvenes los que hicieron historia en un recorrido de casi dos kilómetros. Otra vez la amplia avenida del Malecón fue testigo de un multitudinario desfile. Los miles de carteles reclamando justicia, libertad para los Cinco, la condena al terrorismo y a las guerras imperialistas ratificó en los más nuevos que «luchar no es una opción. Luchar es inherente a nuestro tiempo», como aseveró Irmita.

Los jóvenes capitalinos volvieron a demostrar por qué en sus hombros descansa la continuidad de la Revolución.






No hay comentarios:

Publicar un comentario